Nefele

Yo soy Nefele, la diosa de las nubes.
Me casé con Atamante, rey de Beocia, por amor, pero al poco tiempo me di cuenta de que es un error para una diosa el querer compartir su vida con un mortal. No podemos adaptarnos a la vida limitada que los hombres nos quieren imponer, una vida que se resume solo al cuidado del hogar y de los hijos. No dejé a mi marido, aun con todo, puesto que tuve hijos con él y, al final, fue Atamante el que me abandonó para unirse a una mujer mortal que, pensaría él, resultaría mejor compañera, más sumisa y obediente. Sin saberlo alojó a su lado a una verdadera víbora.
Tuve que dejar, tras el divorcio, a mis hijos con él, pues eran también mortales y no los podía tener conmigo. Mi pequeño Frixo y su hermanita Hele fueron odiados desde el principio por su madrastra, Ino, que tuvo también hijos con Atamante y deseaba que todos los privilegios fueran para ellos. Atamante era un buen hombre pese a todo, pero débil de carácter. Ino urdió una malvada trama para librarse de los niños: tostó todas las semillas de las ciudades del reino para que no pudieran germinar cuando se sembraran . Los granjeros, temerosos de la hambruna que se avecinaba, pidieron ayuda a un oráculo cercano. Ino sobornó a los hombres enviados al oráculo para que mintieran y le dijeran a los demás que éste exigía el sacrificio de Frixo y de Hele. Atamante estaba realmente desesperado, puesto que amaba a sus hijos, pero tampoco podía dejar de cumplir su deber como rey. Sentía que nada podía hacer, y acudió a mí, que no conocía entonces la malvada conspiración de Ino. Ni me importaba tampoco. Recordé un mágico carnero que tenía la piel de oro y lo envié para que salvara a los niños. El carnero los recogió en el ara del sacrificio para conducirlos volando al ponto Euxino.
Hele se cayó del carnero y se ahogó. Era demasiado pequeña y no pudo estarse quieta en el lomo del Vellocino. Apenada di al mar que la recogió su nombre, y desde entonces se denomina Helesponto. Frixo resistió todo el camino hasta la Cólquide, donde el rey Eetes le acogió y le trató amablemente, dándole a su hija, Calcíope, en matrimonio. Como agradecimiento, Frixo dio al rey el vellocino de oro del carnero, que Eetes colgó de un árbol, custodiado por un dragón.
Ino no acabó bien, Atamante tampoco. Hera los castigó con la locura por haber acogido a Dioniso, para criarlo tras su anormal nacimiento. Ino era hermana de Semele, madre del pequeño dios.
Y esto es todo. Todos han muerto ya hace mucho y también he olvidado el dolor que me produjo.